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Grabado

El arte de la tipografía musical se conoce como grabado (en plancha). El término deriva del proceso tradicional de la impresión musical. Hace sólo unas décadas, la música impresa se hacía estampando la música sobre planchas de zinc o estaño de forma invertida como en un espejo. Después la plancha se entintaba y las depresiones causadas por los cortes y estampados retenían la tinta. Al presionar una hoja de papel sobre la plancha, se formaba una imagen. El estampado y cortado se hacía completamente a mano. Cualquier corrección era muy fastidiosa de realizar, si es que era posible hacerla siquiera, así que el grabado tenía que quedar perfecto a la primera. El grabado era una habilidad altamente especializada; un artesano necesitaba unos cinco años de preparación antes de poder ostentar el título de maestro grabador, y se necesitaban otros cinco años de experiencia para ser un auténtico experto.

Hoy en día, toda la música impresa nueva se produce con ordenadores. Esto tiene unas ventajas evidentes: las copias son más baratas de producir y el trabajo editorial se puede repartir por correo electrónico. Desgraciadamente la penetrante utilización de ordenadores también ha hecho disminuir la calidad gráfica de las partituras. Las impresiones de ordenador tienen un aspecto insulso y mecánico, lo que hace que sea desagradable tocar a partir de ellas.

Las imágenes siguientes ilustran la diferencia entre el grabado tradicional y la salida típica de ordenador, y la tercera imagen muestra cómo LilyPond imita el aspecto tradicional. La imagen de la izquierda presenta el dibujo escaneado de un símbolo de bemol sacado de una edición publicada en el año 2000. La del centro es un símbolo procedente de una edición de Bärenreiter grabada a mano de la misma música. La de la izquierda ilustra los típicos puntos débiles de la impresión por ordenador: las líneas del pentagrama son muy delgadas, el peso del símbolo del bemol es también demasiado ligero como las líneas del pentagrama, y tiene una apariencia rectilínea con esquinas afiladas. En contraste, el bemol de Bärenreiter tiene una apariencia redonda, pesada, casi voluptuosa. Nuestro símbolo del bemol se diseñó según éste, entre otros. Es de forma redondeada y su peso está en armonía con el grosor de nuestras líneas de pentagrama, que son asimismo mucho más gruesas que las de la edición por ordenador.

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Henle (2000) Bärenreiter (1950) Tipografía Feta de LilyPond (2003)

Tratándose del espaciado, la distribución del espacio debe reflejar las duraciones que hay entre las notas. Sin embargo muchas partituras modernas se atañen a las duraciones con precisión matemática, lo que lleva a unos resultados bastante pobres. En el siguiente ejemplo se muestra un ejemplo dos veces: una utilizando espaciado matemáticamente exacto, y otra con ciertas correcciones. ¿Puede adivinar cuál es cuál?

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Cada uno de los dos compases de este fragmento tiene solamente notas de duración constante. El espaciado debería reflejarlo. Desgraciadamente el ojo nos engaña un poco; no solamente percibe la distancia entre las cabezas de las notas, sino que tiene también en cuenta la distancia entre las plicas. Como resultado, las notas de una combinación plica arriba/plica abajo se tendrían que separar más, y las notas de una combinación plica abajo/plica arriba deberían juntarse, todo ello dependiendo de las posiciones combinadas de las notas. Los dos compases de arriba están impresos con esta corrección y los de abajo sin ella, formando grupos de notas pegadas con plica abajo/plica arriba.

Los músicos están normalmente más concentrados en tocar que en estudiar el aspecto de una partitura, y por ello las pequeñeces sobre los detalles tipográficos pueden parecer académicas. Pero no lo son. En las partituras más largas con ritmos monótonos, las correcciones de espaciado llevan a sutiles variaciones en la disposición de cada una de las líneas dándoles una especie de firma visual distintiva. Sin esta firma, todas las líneas parecerían iguales, y se convertirían en un laberinto. Si un músico aparta la mirada o tiene un lapsus de concentración, las líneas podrían perder su lugar sobre el papel.

De forma similar, la fuerza visual de unos símbolos pesados sobre gruesas líneas de pentagrama se sostiene mejor cuando el lector se aleja del papel, por ejemplo cuando está sobre un atril. Una distribución cuidadosa del espacio blanco permite disponer la música muy apretada sin que los símbolos se toquen unos a otros. El resultado reduce a un mínimo las vueltas de página, lo que es una gran ventaja.

Ésta es una característica normal del arte tipográfico. La disposición de la página tiene que ser bonita, no sólo por sí misma, sino sobre todo porque así ayuda al lector en su tarea. Para los materiales destinados a la interpretación, como las partituras, esto es de una importancia doble: los músicos tienen una capacidad de concentración limitada. Cuanta menos atención necesiten para el acto de leer, más se pueden dedicar al acto de tocar la música. Dicho de otra forma: una mejor tipografía se traduce en una mejor interpretación.

Estos ejemplos demuestran que la tipografía musical es un arte sutil y complejo, y que su elaboración requiere una experiencia considerable, que los músicos no suelen tener. LilyPond representa nuestro esfuerzo para llevar la excelencia visual de la música grabada a mano a la era de la informática, y ponerla a disposición de los músicos normales. Hemos ido afinando nuestros algoritmos, diseños de tipografía y preferencias del programa para producir una impresión cuya calidad se equipara con la de las viejas ediciones que tanto nos gusta contemplar y de las que tanto nos gusta tocar.

Esta página corresponde a LilyPond-2.11.58 (rama de desarrollo).

Informe de los fallos a través de la lista en español lilypond-es, o en inglés a través de http://post.gmane.org/post.php?group=gmane.comp.gnu.lilypond.bugs.

Se agradecen las sugerencias para la documentación.

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